2 de septiembre de 2007

Armenia en el recuerdo

Acabo de volver de un país que no es más grande que Bélgica o la Comunidad Valenciana. Sus gentes viven fuera del mismo en una proporción de 3 a 1. Su identidad se basa en una religión de Estado que pocos practican, una tierra que periódicamente queda asolada por terremotos y desgajada por las pugnas de los imperios que le rodean, un monte mítico por el que suspiran pero que está fuera de su demarcación territorial y el recuerdo de un ignominioso genocidio que directamente sufrieron pocos de los habitantes actuales pero que está grabado a fuego en el sentimiento colectivo.
Cerca de un millón y medio de víctimas hace cien años dan sentido a un rencor identitario de difícil salida. Probablemente el reconocimiento y la reparación (aún esperando) no sean ya suficientes y se exija un derecho inexcusable de humillar a quien no les comprenda.
Mientras, la diáspora se queda con el rencor y sin patria. Triste destino frente al que espero que quede una opción más atractiva que el llanto.


..¡Por ti, Armenia!