19 de enero de 2008

Si yo fuera DIOS



Si yo fuera DIOS, y me dejaran, barrería las múltiples iglesias que se disputan su herencia.
Mercenarios que se ofrecen a llevarte, a acompañar tu soledad.
Traficantes de miserias se aprestan a enjugar tu sudor y lágrimas peregrinas; oscurecen con su niebla el horizonte inapelable. Exigen, ya con sibilinos encantamientos o brutales imposiciones, la que dicen ser ley de DIOS.
Vestidos con gorros ridículos todos, y ridículas puntillas algunos, se disponen a exigir el fielato que por el hecho de nacer y de morir a ti solo pertenece. De tu Creador naciste y a tu Creador vas. Pero los burócratas de DIOS, no exoneran del peaje que ellos mismos crean. Como contrabandistas de frontera, cobran por indicarte un camino ya señalizado. Son notarios, y a la par, recaudadores del más allá. Clavarios de los cofres de los dioses a tiempo completo y dedicación casi exclusiva: de vez en cuando se toman un descanso, violan a los niños y atacan a las personas, bajando en jauría desde sus cortes imperiales.
Yo he oido el susurro de los dioses moribundos antes de ser escarnecidos por nuevos dioses adolescentes, y juntando su cuerpo con el tuyo se lamentan de la usurpación levítica de la esperanza. ¡Cuanta liturgia y vestimenta para ocultar la soberbia infinita!
No son el caronte que te cobran el favor, ni el cancerbero que guarda la puerta. Son el traficante de tu desdicha, el negociador de tu memoria. El secuestrador de tu conciencia. Y el taponamiento de tu destino.
Yo no quiero que mi soledad sea eso.