5 de abril de 2008

Ensoñaciones



Hasta donde le llegaba la memoria, se había dejado seducir más por los instrumentos que permiten reconocer la realidad que por la realidad misma, de manera que le interesaba más la cámara oscura que la imagen impresa en el papel, el telescopio que la luna, el programa informático que el objetivo del programa. Así que entretenía gran parte de su tiempo admirado por los trucos que la naturaleza utiliza para mostrarse esquiva al tiempo que lanza insinuaciones para ser poseída.

Había adquirido una cierta pericia en descubrir un buen vino por la manera como lo paladea un catador. Un buen vino lo es si provoca en el que lo bebe el disfrute pausado y la delectación sensorial. Será un vino “errado” si el bebedor muestra la afectación del entendido “sobrevenido” tras el último cursillo sobre “como beber en sociedad y no parecer un cateto”. Las cualidades de las cosas se desplazan sobre el individuo que las experimenta y éste manda señales ciertas acerca de su valor.


Los artículos científicos tienen valor en la medida que inducen a ser leídos porque el “valor” hoy está íntimamente vinculado a lo que los demás entienden como tal. Una estupidez es altamente valiosa si se alcanza el quorum suficiente de estúpidos que la consideren así. Se habla así de un “índice de impacto”, que es algo parecido a “la compulsión inducida por un artículo para que un número no determinado de sujetos se azoten con él la cabeza en público”.


No eches en saco roto lo que te digo, amigo mío, porque sobre ello descansa en buena media la actividad científica de nuestros días.

1 comentario:

  1. Lo tendré en cuenta.

    Tengo un amigo periodista que dice lo mismo: un blog es como la maquina de escribir y lo importante es el escritor...

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