8 de febrero de 2009

Augurios de despegue

Cuando la indignación trepó rauda hasta ese punto en que la razón se difumina, estalló en sollozos estremecido. Luego siguió un silencio infinito al tiempo que se dejaba invadir por la calma que sigue a la derrota.
Napoleón decía que el vino es necesario, en la victoria para brindar y en el fracaso para sobrellevar. Esta vez no se supo lo que fue, y probablemente tampoco era fácil distinguir entre el "remate del desastre" y "la víspera de la expugnación"; como no fuera por la desproporción entre el agotamiento y la desesperanza.
Durante los últimos meses se había desarrollado una batalla sorda con estiletes embozados en las mangas que viajaban en la sombra buscando subrayar un vientre. A ello siguieron pronto los cuchillos jeribequeando y blandiendo amenazas unos con la insolencia pinturera del rufián y otros con la jactancia petulante del perdonavidas.
Cuando se vociferaba alentando a la refriega cayó un tremendo chaparrón que dió por terminado el cónclave. La Asamblea se disolvió y sus miembros se batieron en retirada.
Una semana entera estuvo lloviendo, pero los odios, que no la memoria, se fueron apaciguando en días sucesivos. De aquello quedó un muerto, dos heridos y un desaparecido.
Al fin ... el muerto respiraba, puesto que sollozaba.
(Basado en hechos reales)

1 comentario:

  1. Precioso.

    Si esta basado en hechos reales... de quien, donde y cuando?

    Si, es cierto que algunos muertos sollozamos, pero es por la vida que nos queda...

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